EN
DEFENSOR LLEGÓ A SER EL QUINTO JUGADOR CON MAS PARTIDOS DE LA HISTORIA
El
adiós a Beethoven Javier
Lamentablemente ayer miércoles y a los 70 años
de edad falleció Beethoven Javier.
Un gran “laburante” del fútbol uruguayo,
siempre de perfil bajo y músico de profesión (desde su adolescencia).
Llegó a Montevideo procedente del departamento
de Treinta y Tres a Nacional, siendo un adolescente cargado de sueños que en el
deporte forjó su profesión como gran deportista dejando un legado en varios
clubes de la capital.
En la época que trabajé en el diario La
República (1999-2004) tuve la posibilidad de hablar varias veces con él cuando
fue DT de Central Español.
Beethoven fue una persona educada, centrada y
criada en el interior del país con grandes valores de la "vieja"
guardia.
Nació en el departamento esteño el 20 de junio
de 1947, entre su palmarés se destaca que defendió en 239 partidos oficiales al
Club Atlético Defensor (hoy fusionado con Sporting).
Sus inicios en el fútbol resultaron ser en el
club Central (Treinta y Tres) y siendo adolescente jugó el viejo Campeonato del
Este de la Organización del Fútbol del Interior (OFI).
Llegó al Club Nacional de Football en el año
1965 con apenas 17 años, debutando en Primera División en 1967.
Se mantuvo en filas albas hasta 1968,
posteriormente pasó a Danubio (1969 a 1972) y luego llegó a Defensor (1973 a
1980).
También defendió a los capitalinos: Colón, Huracán
Buceo, Rentistas y River Plate.
Entre 1976 y 1977 también vistió la camiseta
de la selección de Uruguay.
En el 76 fueron tres: 0-0 con Chile por la
Copa Pinto Durán, 0-0 con Perú y 2-2 con Ecuador (estos últimos amistosos).
En el 77 intervino en los dos amistosos, 0-2
frente a Alemania Federal y 0-0 contra Inglaterra.
Luego de cumplir el ciclo como futbolista se
dedicó a la difícil tarea de Entrenador, donde incluso estuvo dirigiendo a
Nacional (1989), para posteriormente trabajar como DT en: Colón (1982), Huracán
Buceo, Central Español, Miramar Misiones, Rentistas y River Plate.
Entre sus títulos se destacan: Cuadrangular
Oficial (1967 con Nacional), Campeonato Uruguayo de la Divisional B (1970);
Campeonato Uruguayo 1976; Liguilla Prelibertadores 1976 y 1979 (los tres con
Defensor).
En 1967 Nacional (primero por saldo de goles)
y Peñarol terminaron en el primer lugar en puntos del Torneo Competencia, pero
no se realizó final y el campeón quedó sin definirse.
Tanto en el 67 como en 1968 fue subcampeón
Uruguayo.
En 1969 y ya en Danubio fue vicecampeón del
Torneo de Copa Alfredo Lois, cayendo en la final ante Rampla Juniors.
Este certamen clasificó a los rojiverdes a la
Recopa Sudamericana que se disputó en Bolivia en 1970, certamen que la Conmebol
valoró como oficial hace once años.
Curiosamente en el 69 Danubio, que fue segundo
en ese Torneo de Copa, bajó a la “B” tras una magra campaña en el Uruguayo.
En el 70 Danubio se consagró campeón de la
Divisional B y ascendió nuevamente al círculo de privilegio, permaneciendo
Beethoven Javier hasta 1972 en el club de la franja.
Defensor fue su siguiente club, al que llegó
en 1973 y defendió hasta 1980.
Allí encontró su sitio, en 1973, 74, 75 y 76 jugó
todos los partidos del Uruguayo como titular, destacándose el título de Campeón
Uruguayo en 1976 y el tercer puesto de 1977.
Desde 1977 y hasta 1980 llegó a jugar 66
partidos como titular y 4 ingresando desde el banco de relevos sobre 94
compromisos, en el Campeonato Uruguayo.
Jugó tres Liguillas Prelibertadores, de las
cuales fue campeón en dos (1976 y 1979) y en todas siempre fue titular en los
17 partidos jugados en ese trienio.
También defendió a los violetas en los
siguientes certámenes: Copa Libertadores (titular en 10 de 12 encuentros), Liga
Mayor 1975 a 1978 (34 de 75), Campeonato Campeones Olímpicos 1974 (11 de 11),
Copa República 1979 (4 de 7) y Copa Montevideo 1980 (5 de 9).
En 1978 Defensor y Peñarol igualaron el primer
lugar de la Liga Mayor, Defensor propuso jugar la final debido a ello pero la
AUF le dio el título a Peñarol que tuvo mejor saldo de goles.
Su último título fue el Uruguayo de la
Divisional B con Colón, en el año 1982.
Líneas abajo encontrarán todos los partidos en
los que Beethoven defendió a Nacional.
“A mí hay un estigma que me acompañó siempre,
desde los primeros tiempos en Nacional. Nadie sabía por qué yo me escapaba de
las concentraciones, salvo Maneiro, que éramos compinches. Yo me escapaba para
ir a trabajar, a tocar música. Mientras la orquesta no conseguía un suplente
para mí en la temporada del Este, iba a trabajar. Jugaba acá y me las picaba.
Entonces la gente decía “mirá éste, se va de farra”. Era una injusticia. Es
más, a mí la noche nunca me gustó. Me gusta hacer música, pero jamás tomé una
copa. Sin embargo, increíblemente, fue eso lo que me marcó como jugador.
Todavía hoy la gente me lo dice. Un día voy a buscar el auto a un lugar donde
lo guardaba y me dice el cuidador: “¡qué tranca tenías anoche!” “¿Yo? –le digo–
Estarías vos borracho. Yo no sé lo que es el vermouth”. Y es la pura verdad. A
mí los que me conocen me dicen “El Muerto”, porque “no toma, no fuma, no sale
de noche, está muerto”, pero los que no me conocen me marcaron.
“A los dieciséis años yo ya era músico
profesional, porque somos una familia de músicos. Mi viejo, mi hermano y yo
tocamos el saxofón y el clarinete. Mi viejo tenía una orquesta grande en
Treinta y Tres. Ahora todos me dicen “El Músico” y muchos creen que es por el
nombre; no saben que fue mi primera profesión. Te estaba contando que tenía
dieciséis años y tocaba en la orquesta, que se llamaba Cumaná. Muy conocida.
Los que peinan canas y los que ya no peinan nada se acuerdan perfectamente, en
mi pueblo, que la Cumaná sentó una época en la sociedad olimareña, porque no sólo
tocaba en el club Progreso y en el Democrático y en el Comercial de Treinta y
Tres, sino que también tocaba en todo lo que era la zona de influencia
olimareña, incluso pasando Cerro Largo, Tupambaé, Cerro Chato, Santa Clara de
Olimar, y hacíamos la temporada en el Este. Mi padre era un adelantado, hacía
salsa y música brasileña y lo hacía muy bien. Mi viejo tocaba desde los nueve
años en la banda municipal. A mí la música me acompañó desde que nací. Hacíamos
los mismos temas que se hacen ahora. Es increíble cómo se han vuelto a poner de
moda, Lágrimas negras, por ejemplo y mucha salsa, rumba,
cha–cha–chá, El manicero, El negro Bembón, Siboney, por ejemplo y
samba carioca. Pero fue el momento de la creación del bossa nova, del pasaje de
la samba–canción al bossa nova y hacíamos también muchos temas de mi viejo en
Bossa Nova. Tocábamos además en quilombos, en escuelas y en pencas cuadreras.
Una vez fuimos a tocar en una escuela rural. Montamos el escenario en la caja
de un camión y la pista de baile era el patio de la escuela en mitad del campo.
Cuando le tocó una entrada al acordeonista, que era el Huguito Renaux, yo noté
que nos estábamos alejando de la pista y traté de decírselo a Hugo, pero él
estaba como perdido en su música y le seguía dando y dando. La cosa es que el
camión había quedado sin freno de mano y se nos fue por la bajada. Terminamos a
una cuadra y media del baile. Paramos de tocar cuando chocamos contra un árbol.
Lo más lindo es que los canarios seguían bailando. Ni cuenta se habían dado de que
había parado la música”.

“Un día dejé la orquesta de mi padre, porque
me contrató un conjunto de Lascano muy influenciado por Los Beatles, guitarra
eléctrica, bajo, batería, que a mediados de la década del sesenta hizo furor.
Hacíamos en inglés todo el repertorio de Los Beatles y los primeros temas de
los Rolling, pero también hacíamos en castellano canciones de Los Iracundos.
Ser músico profesional me limitaba para jugar al fútbol, porque me acostaba a
las tres, cuatro o cinco de la mañana y, generalmente, los partidos en mi
pueblo eran de mañana.
Un día fui a acompañar a un amigo de la
infancia, hoy tristemente desaparecido, Edgard Berriel y a su primo Gerardo
(más que amigos, éramos hermanos, yo andaba con ellos para todos lados) y ese
día, un domingo de mañana, fuimos a ver un partido de Central (que era el
cuadro de la panadería Central de Treinta y Tres, uno de cuyos dueños era el
padre de Edgard y otro el de Gerardo). Era un partido amistoso de tercera
división y faltó un jugador de Central, un empleado de la panadería que había
ido a repartir pan y no había vuelto. Entonces, mi amigo Edgard le pidió al
técnico, un tío de él, que me pusiera. “Él sabe jugar” le dijo. El tío esperó
hasta último momento, pero como el repartidor no llegó, jugué yo. Anduve bien
esa mañana, hice un gol y me fui a dormir la siesta. Porque había ido sólo por
acompañar a mis amigos, normalmente yo me dormía cuando salía el sol. A esas
horas de la mañana nunca estaba despierto, pero después a las siete u ocho de
la mañana me iban a despertar, me llevaban a la panadería, me daban unos
bizcochos y a la cancha. Ese fue mi primer equipo oficial, Central, de camiseta
anaranjada como la de Sud América. Un día juego de mañana, me voy a dormir la
siesta y me vienen a buscar para jugar en Primera. Uno de los dueños de la
panadería tenía una avioneta y había un jugador de Santa Clara de Olimar,
llamado Lescano, que era tan buen jugador que lo iban a buscar en la avioneta.
Pero ese domingo no pudo venir porque lo había picado una víbora y se le hinchó
la pierna. Entonces esa mañana me fueron a despertar y jugué en Primera”.
“Cuando íbamos con Central a la cancha de
Pirarajá (andá a verla y preguntá si no es cierto)… la cancha de Pirarajá tiene
un corner casi encima de la entrada de un bar. Para tomar carrera te tenés que
apoyar en la puerta del boliche. Entonces el Chueco Pérez, que es de ahí, de
Pirarajá, cada vez que iba a tirar un corner, entraba al bar, se tomaba una y
recién después lo levantaba”.
“Cuando pasé de preparatorios de Ciencias
Económicas a Abogacía, tuve que dar unas materias libres. Estaba dedicado al
estudio y falté a un par de prácticas. Entonces el técnico no me puso en un par
de partidos. Me calenté y me acuerdo que le dije a Edgard: “este técnico no me
pone, así que por cada partido que no me ponga me voy a hacer un gol en
contra”. ¿Qué pasa? Al partido siguiente me pone contra Batlle y Ordóñez, en un
partido que no se podía perder, y en unos cierres me hago dos goles en contra,
hice los dos cierres mal y las metí contra el palo, pero te juro que sin
querer. Me quería morir, fueron totalmente sin querer, creo que al final
empatamos, pero yo fui el goleador del partido.
Ahora, peor le pasó al Cachango, el de la
canción de Ruben Lena, De cojinillo, “cuando suena la acordeón en lo
e´cachango es asunto delicao” (yo toqué De cojinillo en esos
bailes). Otra fama que tenía el Cachango, además de los bailes, era que nadie
le había atajado un penal en su vida, nunca. Y tenía una particularidad: se
descalzaba para tirarlos.
“El Cachango era lustrabotas y cuando volvía
al barrio, pasaba por el campo de La Floresta (el barrio del Pepe Guerra que,
dicho sea de paso, yo canté con él en Los locos del paraíso, un lindo
nombre de murga de niños que se le ocurrió a mi viejo). Cuando el Cachango
pasaba por el campo de La Floresta, los botijas que estábamos jugando al
fútbol, parábamos el partido y le pedíamos: “Cachango, no me patea un penal”.
“¡Pero, cómo no!” decía. Y siempre lo metía. Hasta que un día ¿qué hicimos? En
aquella época rara vez teníamos pelota, jugábamos con una vejiga rellena de
trapos. Bueno… se la rellenamos de arena y en el medio le pusimos un adoquín.
El Cachango se descalzó, como siempre, y le pegó. “El dedo me quedó en el talón
–decía después–, pero si no se me agachaba el gurí, le arrancaba la cabeza”. Le
pegó con tanta fuerza que la pelota con el adoquín y todo entró a media altura.
Fijate vos”.

“Vos dirás que es mentira, pero te lo cuenta
cualquiera, porque es un personaje muy conocido, que está en la historia musical
y no podía quedar mal, ¿te das cuenta? Nadie le atajaba un penal”.
“Otro personaje de De cojinillo que
conocí fue Camundá, cuando venía a los bailes se armaba. “¿Qué horas son?” te
decía. “La una de la mañana”. “¿La una de la mañana y yo todavía sin armar
lío?” y empezaba a romper todo. Terminaba tan mamado, que para llevarlo preso
había que esperar al otro día”.
“Enseguida que empecé a jugar en el primero de
Central, me citaron a la selección de Treinta y Tres y a fin de año, una tarde
insufrible,cuarenta grados de calor, jugábamos Treinta y Tres y Lavalleja, en
el estadio de Minas, los dos sin chance en el Campeonato del Este. Había dos
personas en todo el estadio y uno era Julio Sanvicente, un técnico de Nacional
que acostumbraba recorrer el interior, buscando jugadores. Le habló a un
compañero de mi equipo, Artuche, para ir a Nacional y al final le dijo, “que
venga también ese negrito”.
“Entonces ocurrió algo que no me olvido más.
Yo, dentro de mi pobreza, no tenía acceso a los zapatos de fútbol. Tenía un par
de alpargatas y los zapatos para ir al baile. Cuando me hablan de Nacional no
tenía ni championes para venir a practicar. En ese mismo momento, el padre de
mi amigo éste, Edgar Berriel, mi hermano, que el padre era pudiente, le había
mandado a buscar unos zapatos de fútbol nuevitos a Montevideo, los últimos que
habían salido y llegaron en la Onda a Treinta y Tres. Yo me venía al día
siguiente y así como llegaron, Edgard me dijo: “llevátelos, usálos vos” y él no
los usó, me los dio a mí y éramos adolescentes. Te aseguro que eso para mí era
como hoy podría ser un cero kilómetro.
Estuve casi cuatro temporadas en Nacional y
llegué a Primera joven, por coincidencia. Una tarde estaba como suplente en un
clásico por Libertadores y a Juan Mujica, que era el jas izquierdo titular, lo
echan a los diez minutos de empezado el partido. Tuve que debutar, marcando
nada menos que a Abbadie y a Rocha. Pero la saqué, la irresponsabilidad me hizo
sacar ese partido, la inconsciencia de la juventud. Ahora les puedo contar a
mis hijos que había gente hasta arriba de la torre, un Peñarol–Nacional
nocturno por la Libertadores, ahí me tocó debutar y no lo hice en mala forma.
Pero ¿qué pasaba? Era difícil seguir alternando porque Juan no me prestaba la
camiseta. Me calentaba, me peleaba con él. Una vez fuimos a jugar un pentagonal
en la cancha de Boca y jugaba Boca, River argentino, el Benfica con Eusebio,
que en su momento era lo mejor que había en el mundo, el Santos con Pelé y
Nacional de Montevideo, o sea que era un Campeonato de la gran siete. El sólo
hecho de estar al lado de esos monstruos, Eusebio, Pelé, Coitinho, Toninho,
Edú, Roma, Marzolini, era sensacional. Yo estaba deslumbrado y era suplente.
Entonces Mujica se lesiona el tobillo y nos tocaba jugar contra el Santos. Yo
decía “jugaré contra Pelé” y me erizaba. Mujica tenía el tobillo a la miseria.
Pero se puso unas cataplasmas de afrechillo, podrás creer, y llegamos al
partido con el Santos y entró jugando él. Yo me calenté de mil maneras, pero
faltando dos o tres minutos para terminar el primer tiempo, tranca una pelota
con un jugador del Santos, se vuelve a torcer el tobillo, le vuelve a quedar
inflamado y el técnico me hace calentar a mí. Caliento para entrar en el
segundo tiempo y cuando entro para que me den las instrucciones, estaba Mujica
en la camilla y le dicen “Juan, salís vos”. “Yo no salgo –contestó–. Yo estoy
bien” y terminó jugando todo el partido el animal. No te imaginás la bronca que
yo tenía, pero la razón la tenía él. Él quería jugar ese partido y el querer
jugarlo es una cosa fundamental. Hoy me doy cuenta, como técnico, que ése es el
jugador que sirve”.
“Así que la vida siguió en otro cuadro,
Danubio, con el que ascendió a la A dos veces y fue el jas zurdo del Defensor
Campeón del 76 y dirigió y ascendió a la A también como técnico, con Central
Español y siguió siendo fiel a su nombre hasta la sordera. Beethoven Javier es
tan sordo como Ludwig Van Beethoven. “Hasta en eso me marcó el nombre. Ya me he
hecho estudios. Es hereditario. La familia de mi madre ha quedado sorda
paulatinamente, como Beethoven, y yo también. Hay sonidos que ya no distingo.
Por ejemplo, teléfonos. Los muchachos se ríen, porque ando con el celular por
ahí y el golero me grita “¡Beethoven, tiene teléfono!” Los sonidos de timbre no
los distingo y donde hay muchos sonidos, por ejemplo una fiesta, me cuesta
hacer abstracción de sonidos. No hay nada para hacerle. El famoso aparatito no
me sirve. Pero ser sordo tiene su lado bueno, porque no escuchás lo que no
querés. Y para director técnico es ideal, porque a mí la tribuna me puede
gritar tres horas que, ahí sí, no siento nada. No distingo nada, sólo ruido.
Eso es bueno, buenísimo, y el saxo y el clarinete, igual los toco de memoria”.
PARTIDOS
JUGADOS EN NACIONAL
FECHA ESTADIO MOTIVO RESULTADO
20-5-1967 Centenario Torneo Competencia Rampla Juniors 2-1
28-5-1967 Centenario Torneo Competencia Defensor 4-1
10-6-1967 Centenario Torneo Competencia Racing 2-1
23-7-1967 Centenario Torneo Cuadrangular Cerro 1-1
30-7-1967 Centenario Torneo Cuadrangular Peñarol 2-2
10-12-1967 Centenario Campeonato
Uruguayo Racing 0-0
26-12-1967 Centenario Cuadrangular
Oficial Cerro 2-0
29-12-1967 Centenario Cuadrangular
Oficial Peñarol 2-1
13-1-1968 Centenario Amistoso (RT) Cerro
0-0
28-1-1968 Centenario Amistoso (IJM) Central
2-0
30-1-1968 Centenario Amistoso Defensor
3-0
16-2-1968 Centenario Copa Libertadores (PA) Peñarol 0-0
21-2-1968 Puerto Sajonia Copa Libertadores Guaraní
1-2
25-2-1968 Puerto Sajonia Copa Libertadores Libertad
2-0
2-3-1968 Ginés Cairo Medina Amistoso (JB) Maldonado 5-2
7-3-1968 Parque Artigas Amistoso (IJM) Paysandú
0-0
17-3-1968 Centenario Amistoso Lanús
5-0
20-3-1968 Parque Patricios Amistoso (LO) Huracán
2-0
6-4-1968 Hernando
Siles Hexagonal (IJM) Sport Boys 0-0
28-4-1968 Olímpico Atahualpa Amistoso El
Nacional 0-0
4-5-1968 Centenario Campeonato Especial Cerro 2-1
12-5-1968 Centenario Campeonato Especial Danubio 3-0
16-5-1968 Parque Capurro Amistoso Fénix
1-0
19-5-1968 Centenario Campeonato Especial Peñarol 0-2
30-5-1968 Los Céspedes Amistoso Colón
3-2
1-6-1968 Mario Sobrero Amistoso Rocha
8-0
8-6-1968 Centenario Cuadr. Confraternidad Inter Porto Alegre 1-1
11-6-1968 Centenario Cuadr. Confraternidad Peñarol 1-1
16-6-1968 Olímpico (P. Alegre) Cuadr. Confraternidad Gremio Porto Alegre 1-2
19-6-1968 Peñarol (Mercedes) Amistoso Bristol
3-2
9-7-1968 Olimpo (B. Blanca) Amistoso Ligas
del Sur (ARG) 1-2
13-7-1968 Federico Saroldi Torneo Relámpago River
Plate 1-3
18-7-1968 Centenario Amistoso (LU) Universidad
de Chile 4-1
18-9-1968 Nacional (Santiago) Amistoso (IJM) Universidad de Chile 2-0
NOTAS: (RT): Sustituido por Ruben Techera. (IJM): Ingresó por Juan Martín
Mujica. (PA): Ingresó por Pedro Alvarez. (JB): Ingresó por Juan Carlos Blanco.
(LO): Ingresó por Luis Oyarbide. (LU): Ingresó por Luis Ubiña.